Cuando despertó el sol llevaba tiempo alumbrando, lo sabía por el calor que desprendían los objetos de su habitación, no había persianas ni cortinas que echar. No podía abrir los ojos, dolía demasiado. Demasiado era la palabra que lo definía todo. En ese momento demasiada luz y la noche anterior demasiado alcohol o cualquier otra sustancia que impidiese recordar...
De repente recordó: era hoy, hoy vería a Claudio.
Había encontrado una nota en el buzón. La nota contenía información sobre el lugar y la hora.
Siempre quedando en el mismo café. En realidad no sabía nada de él. Les unían las mismas intenciones, quizás no.
Por un momento pensó alertar a Claudio, decirle que debía abandonar la ciudad. Mejor no... Llevaría la pistola, la plaza era una lugar abierto, se exponía demasiado.
Llegó la hora. Allí estaba Claudio con ese aire de suficiencia. "¡Idiota!", pensó Berta subiéndose las solapas del abrigo. Miró hacia el cielo; lamentó no llevar paraguas.
De repente recordó: era hoy, hoy vería a Claudio.
Había encontrado una nota en el buzón. La nota contenía información sobre el lugar y la hora.
Siempre quedando en el mismo café. En realidad no sabía nada de él. Les unían las mismas intenciones, quizás no.
Por un momento pensó alertar a Claudio, decirle que debía abandonar la ciudad. Mejor no... Llevaría la pistola, la plaza era una lugar abierto, se exponía demasiado.
Llegó la hora. Allí estaba Claudio con ese aire de suficiencia. "¡Idiota!", pensó Berta subiéndose las solapas del abrigo. Miró hacia el cielo; lamentó no llevar paraguas.